El triunfo electoral del Frente de Todos expresó el mandato popular contra el ajuste. El 49 % de los votos obtenidos por esta fuerza política condensó la lucha llevada adelante por los trabajadores, el movimiento de mujeres, los movimientos sociales, de habitat y vivienda, del campo popular en su conjunto contra la política macrista.
Acciones del gobierno que evidenciaron el odio de clase de los sectores dominantes: caída del salario, creciente precarización laboral, aumento de la desocupación, hambre en franjas cada vez más amplias de la población, pasividad ante el aumento generalizado de los alimentos mediante el incontrolable proceso inflacionario; fueron algunos rasgos distintivos de su accionar.
Todas estas medidas reaccionarias no expresaron ni el desborde ni la ineficacia de la alianza de gobierno de «Cambiemos»; se desarrollaron dentro de la lógica del capital, la de garantizar el aumento de la tasa de ganancia privilegiando a los monopolios financieros y exportadores principales beneficiados de la devaluación monetaria.
Al tiempo que rescatamos el contenido popular del voto hacia la fórmula Alberto Fernandez- Cristina Fernandez de Kirchner, debemos reconocer la buena elección de la Alianza Juntos por el Cambio, que alcanzó el 40 % de los votos.
Fueron varios los motivos de esta performance electoral de la derecha, algunos están aún siendo motivos de análisis. Pero queda claro que fue la apuesta del imperialismo personificado en la figura de Trump, del FMI , de la banca internacional y los monopolios comunicacionales. Una apuesta y un apoyo que
pretendía fortalecer el avance oligárquico conservador en el mundo y en América Latina en particular.
No fue solo el apoyo internacional a Macri lo que facilitó su desempeño electoral. El macrismo logró consenso social de masas a pesar de su política económica hambreadora.
Un cuarenta por ciento de los votos solo se logra atravesando diferentes sectores y clases sociales. Logró consenso politizando a su base social, con las banderas de una supuesta transparencia republicana, contrapuesta a la manipulación estatal populista; contra las políticas sociales clientelares, vinculando las luchas reivindicativas con la violencia y el desorden provocadas por la especulación partidaria.
Macri fue derrotado electoralmente pero no políticamente. Queda como líder de una articulación política-social de derecha con voluntad de dar pelea por los espacios institucionales y ocupando las calles si es necesario, como lo demostraron las movilizaciones de final de campaña.
En este punto es necesario atender a los cambios culturales estructurales que exceden a la actual coyuntura y que permanecen en el tiempo. Los intereses del capital y sus servidores; empresarios, intelectuales y periodistas mantienen la hegemonía sobre el conjunto social: priorizar la salida individual por sobre los proyectos colectivos, el sostenimiento del orden a partir de la represión desligando el tema de toda cuestión social, son algunos de los núcleos duros de la ideología dominante.
La disociación entre las necesidades sociales y las opciones políticas no es algo nuevo (el voto a Menen en el 95 y la derrota del PT en Brasil pueden ser tomados como ejemplo). Una vez más cabe recordar al Comandante Fidel Castro cuando señalaba la importancia que asumía la Batalla de Ideas en tiempos de predominio del neoliberalismo.
El triunfo de la fórmula del Frente de Todos abre esperanzas en nuestro pueblo; esperanzas siempre positivas como impulso movilizador para la lucha. Pero tanto la conformación del Frente, como el discurso desmovilizador de Alberto Fernandez que se propone «administrar» la crisis hacen prever tensiones contradictorias hacia su interior y también con las demandas de su propia base social.
Desde la Corriente Política de Izquierda sostenemos que sin cambios de fondo estructurales en la banca, las finanzas, la política impositiva, la deuda externa y el
modelo productivo sojero extractivista, no será posible dar respuesta al mandato popular contra el ajuste.
Los debates hacia el interior del FDT y en el conjunto del campo popular comienzan a expresar estas contradicciones entre la demanda social y los límites de sus referencias políticas.
Como Corriente Política de Izquierda hemos militado la derrota electoral de Macri , conscientes de los límites de clase de la formula FF, pero también convencidos que la derrota electoral de «Cambiemos» abría un nuevo momento histórico con mejores posibilidades para construir una alternativa política emancipadora y revolucionaria.
Pensamos que esta tarea estratégica pendiente, se muestra más necesaria y urgente a la luz de los últimos acontecimientos, y que la misma debe ser constituida en diálogo con la experiencia histórica y las condiciones actuales del movimiento obrero y popular en nuestro país y el mundo.
La crisis económica en curso no devino en una crisis organica del poder. De cierta forma el proceso electoral estabilizó la gobernabilidad. Creemos que la misma es de una gran precariedad en sus bases materiales.
La tarea de la izquierda es compleja. Impulsar la demanda popular construyendo salidas políticas desde los intereses de los trabajadores. Pero la rebelión de los pueblos de nuestra América Latina (Chile, Ecuador, Haití,) y el triunfo de Evo Morales en Bolivia nos renueva las fuerzas para seguir luchando por la más amplia participación democrática del conjunto de las fuerzas populares, como práctica de fortalecimiento de una alternativa antiimperialista, anticapitalista y socialista con vocación de poder.
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