“Recuperar las expectativas políticas del pasado en el presente” Homenaje a Salvador Allende y la experiencia de la Unidad Popular en Chile.

Ante la gravedad política actual, derivada del motín policial y de fuerzas de seguridad, principalmente en la Provincia de Buenos Aires, utilizando su poder de represión, delegado por el Estado, que intentaron condicionar al gobierno, al tiempo que liberaron territorio y se predisponen a ser fuerza de apoyo en defensa de la propiedad privada (caso de las tomas de terrenos), desde la Corriente Política de Izquierda pretendemos una reflexión sobre la ofensiva del poder contra los de abajo y por imponer sus reglas para un mejor funcionamiento del capitalismo en crisis.

La situación con el motín policial tensa un clima político complejo, con una derecha que defiende su logro electoral, de coalición política con votos y capacidad de movilización, para frenar la intervención y expropiación a Vicentin, o demorar la discusión por un impuesto a las grandes fortunas, o cualquier intento de ver afectados sus derechos de propiedad. En la lucha de clases, cuando uno avanza es que el otro retrocede y por eso nos preocupa el avance de la derecha y el poder ejercido en todos los planos.

Una cosa es contemplar la demanda recomposición salarial y la mejora de las condiciones de trabajo, tal como ocurre con millones de trabajadoras/es, pero muy diferente resulta un accionar de una fuerza, con armas y logística para la represión, alentado desde el poder económico y los medios de comunicación en el marco de la emergencia sanitaria por el coronavirus y una gigantesca crisis económica que afecta especialmente a la mayoría social empobrecida.

Más que nunca se requiere valorizar las mejores experiencias históricas de la acumulación de poder del pueblo. Por eso pretendemos recuperar en estas circunstancias la experiencia de Chile, de la Unidad Popular y de Salvador Allende, desde su elección en 1970 al golpe genocida del 11 de septiembre de 1973.

Estamos convencidos que esta conmemoración resulta imprescindible para reintentar una dinámica de acumulación de poder popular y disputar la perspectiva social de un proceso de emancipación y revolución, en la Argentina, la región y en el mundo.

A 50 años del triunfo electoral en Chile

El 4 de septiembre se cumplieron 50 años del triunfo electoral de la unidad Popular en Chile, con la enorme experiencia que supuso el gobierno encabezado por Salvador Allende. Se abría una expectativa de cambio en la región, consolidando el camino abierto hacía muy pocos años por la revolución cubana.

Con el triunfo electoral se ampliaba el camino de las transformaciones sociales para la región y el mundo. Eso es lo que llamó la atención del poder mundial, con EEUU a la cabeza y por eso vino el golpe genocida el 11 de septiembre de 1973, hace 47 años. En pocos tres años, el fervor popular y las esperanzas en un futuro fue la base para un accionar que repararía las injusticias sufridas a lo largo de la historia por el pueblo de Chile.

La Unidad Popular fue una experiencia que se proponía construir el Socialismo por medios electorales. Sobre eso hay que pensar y actuar, para ver cuáles deberían ser las prácticas políticas conducentes hoy para evitar una restauración conservadora.

El compañero Salvador Allende lideró una experiencia por la vía de la institucionalidad vigente para construir el Socialismo. La respuesta de la reacción imperialista y el gran capital mostraron que en los momentos decisivos eligen una única vía política en el capitalismo: la violencia y el terror. La muerte del compañero Salvador fue decretado por el Imperialismo y la oligarquía nativa, cuando el gobierno de la UP aplicó su plan de gobierno, lesionando seriamente los intereses económicos del poder. Remitimos a la nacionalización del Cobre, la expropiación de tierras a favor de los campesinos, la estatización de las empresas claves para el bienestar popular, el fortalecimiento de la salud pública, la ampliación del sistema público de enseñanza y del acceso a la Universidad.

Algunos pretenden responsabilizar por el golpe reaccionario a los sectores más radicalizados de la UP. La contraofensiva del 11 de septiembre de 1973 está asociada a frenar la acumulación de poder de la izquierda y del pueblo en Chile, en la región y en el mundo. Eso era lo que había que detener y por eso se avanzó con dictaduras en todo el cono sur para instalar lo que hoy son políticas hegemónicas, llamadas neoliberalismo. La violencia del Terrorismo de Estado tuvo como objetivo instalar las reformas estructurales que hicieron posible la restauración capitalista denominada neoliberalismo, forma de ejercer la propuesta del capitalismo actual.

Límites de la democracia realmente existente

Chile muestra crudamente que la Democracia liberal, la realmente existente, impone un límite concreto a las demandas populares. Es un límite que impone a sangre y fuego, el respeto supremo a la Propiedad Privada. Al amenazarse ese límite, se amenaza el discurso «republicano» y se desvanece en la inmolación de quienes tuvieron el coraje de desafiarlo.

Por eso vale recordar el reciente Golpe de Estado contra el Gobierno de Evo Morales. El gobierno plurinacional de Bolivia estaba plebiscitado democráticamente en el marco de la institucionalidad tradicional, que al desplegar un plan de gobierno a favor de los desposeídos es derrocado por las minorías oligárquicas. Por eso hay que pensar el pasado en función de los desafíos del presente para las tareas del futuro.

El asunto que planteamos son los límites de la democracia burguesa, limitada para dar respuestas a las demandas populares y a las estrategias tendientes a superarlos, desafiando los límites de la política y la institucionalidad burguesa.

Admitiendo los cambios de época entre aquella América Latina de inicio de los 70, insertada en un mundo que vivía la ofensiva de los pueblos contra el Imperialismo y el capitalismo respecto del mundo actual, caracterizado por la ofensiva del capital contra el trabajo, la naturaleza y la sociedad, es que consideramos urgente desarrollar una política contra hegemónica desde las/os trabajadoras/es.

Indudablemente, el camino que se transita bajo la hegemonía del Capital pone en vigencia la estrategia de la «guerra de posiciones», que vaya instalando trincheras en el debate por la propiedad colectiva, por los derechos de la mujer y la diversidad de género, por la defensa del hábitat y la cogestión, por el salario, la educación y la vivienda, entre muchos derechos reclamados por los pueblos.

No subestimamos el poder del enemigo de clase, su capacidad de instalar un sentido común en ocasiones muy reaccionario. No plantamos un enfrentamiento lineal, único y frontal, sino un proceso de transición que acumule en niveles de organización, participación y logros populares. Sustentamos acumulaciones que permitan dar en las mejores condiciones los enfrentamientos eficaces contra el poder. Al mismo tiempo, esta postura no tiene nada que ver, muy por el contrario, rechaza las posturas posibilistas, que en función de mantener la gobernabilidad retrocede frente a las presiones de la derecha.

A modo de ejemplo y pensando en la Argentina actual, remitimos al caso Vicentin, a la demora en la legislación sobre el impuesto a la riqueza, en la caracterización como delito respecto de la toma de tierras, o en la baja de las jubilaciones para tranquilizar y ajustar según las demandas del acuerdo en negociación con el FMI.

Recuperar la historia para disputar poder

Se aprecia que en nuestro país la crisis estructural a la que se suman los efectos de la pandemia por el coronavirus, que exacerba el sacrosanto principio de defensa de la propiedad privada por parte del poder económico. También hace visible que las demandas populares cuestionan dicho principio. Por eso sostenemos que no se puede avanzar en reformas que beneficien al pueblo sin afectar la propiedad de los medios de producción.

La experiencia histórica, así como nos muestra logros, limitaciones y fracasos del movimiento popular, nos hace ver también la necesidad de construir la sociedad socialista y democrática sostenida desde el poder de las/os trabajadoras/es al servicio de los intereses populares. Como señala Enzo Traverso en «Melancolía de Izquierda», desde la Corriente Política de Izquierda sostenemos que:

«La melancolía de izquierda no significa el abandono de la Idea de socialismo, o de la esperanza de un mundo mejor, significa repensar el socialismo en un tiempo en la que la memoria está perdida, oculta y olvidada y necesita ser redimida».

Buenos Aires, 11 de septiembre del 2020

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