El presidente y la ministra de Seguridad ponen proa hacia la coerción permanente y la forma de impedirlo es enfrentar sin timideces a la política represiva.
Las sobreactuaciones de Patricia Bullrich no reconocen límites. Ahora se agrega su visita a El Salvador y la rotunda constatación de que quiere implantar en nuestro país el “modelo” del presidente salvadoreño Nayib Bukele.
Los rasgos ominosos de la política penal y carcelaria del mandatario centroamericano son conocidos. Se desenvuelven en torno a un punitivismo extremo y a los encarcelamientos masivos de presuntos delincuentes, en pésimas condiciones. El “sistema” ha sido difundido a través de conmovedoras imágenes de centenares de presos en condiciones de hacinamiento, desnudos, con signos de sometimiento a torturas.
Vocación por la violencia.
En su viaje al país centroamericano, aún en curso, la ministra argentina ha recorrido la que el mandatario centroamericano exhibe como la mayor cárcel de América Latina, el llamado “Centro de Confinamiento de Terrorismo.” Asimismo estuvo en la Academia Nacional de Seguridad Pública de aquel país donde se entrena para la masacre del propio pueblo.
El viaje es derivación de una charla entre la ministra y Bukele en febrero pasado. Allí se establecieron los primeros lazos, con el explícito objetivo de “adaptar” los métodos aplicados en El Salvador a la represión y las cárceles de nuestro país. Todo bajo la equívoca y manipulable noción de “terrorismo”, y en línea con los dictados estadounidenses en materia de “seguridad”.
Ahora Bullrich se trasladó para conocer de primera mano al “modelo”. También para reunirse de nuevo con su “socio” y proclamar a toda voz que pretende que el futuro argentino sea una réplica de los desmanes en el país centroamericano.
Lo antes escrito es una muestra más de la propensión violenta, ultrarrepresiva y destructora de los derechos humanos de Bullrich. Asimismo de su plena disposición a la hora de escalar en esa línea sin miramientos de ningún tipo, ni legales ni fácticos. Sabe que contará con los aplausos de la ultraderecha mundial y con su destaque como “mejor alumna” del comando sur y las agencias de seguridad norteamericanas.
El despliegue internacional de la ministra va en consonancia con su más reciente atropello: La detención aparatosa y arbitraria de algunas decenas de manifestantes en el acto de protesta contra la aprobación de la llamada “Ley Bases”. Supervisó que se hiciera en forma de una “cacería” por calles no tan cercanas al Palacio del Congreso. Cuando buena parte de los concurrentes a esa concentración ya estaban retirándose.
La “receta” ya aparece reiterativa: Presencia desproporcionada de todas las fuerzas federales y estrecha coordinación con la policía de la ciudad de Buenos Aires. La relativa novedad es que policías, gendarmes y prefectos embistieron contra una movilización muy numerosa y con la inocultable finalidad de impedir que la “foto” de lo ocurrido reflejara a una enorme multitud reunida en la plaza.
Millares de hombres y mujeres con armas de fuego para llevar adelante una operación político-militar que busca la dilución de las demandas de oposición y captarse el consenso de sectores de la sociedad que apoyan al gobierno actual.
En El Salvador, en Argentina o en EE.UU, la titular de Seguridad permanece igual a sí misma. Y el expreso respaldo del presidente Javier Milei sigue incólume. Lo mismo que el de funcionarios y militantes de La Libertad Avanza, que no vacilan en festejar las balas de goma y la utilización de gases irritantes.
Como es sabido, la propia oficina del Presidente emitió una felicitación por todo lo actuado, junto con la calificación de “grupos terroristas” y la acusación descabellada de que existió un intento de “golpe de Estado”. Están sirviendo la mesa para ataques en toda la línea, con más heridos y más presos.
La respuesta desde abajo.
No cambiarán ni el presidente, ni la ministra, ni el gobierno de extrema derecha en su conjunto. La respuesta la tienen las organizaciones populares en general, el movimiento de derechos humanos y toda la militancia y dirigencia con genuinas convicciones democráticas y voluntad de lucha a la hora de hacerlas realidad.
16 de los detenidos el miércoles 12 siguen presos. Cabe la prosecución y ampliación de las acciones que arrancaron de las manos del aparato represivo a los otros 17 que estaban encerrados.
La exigencia y obtención de su libertad es un paso insoslayable en el rumbo de confrontación con quienes quieren pasar a una semidictadura. Con las calles vacías, las cárceles llenas y las organizaciones populares dispersas y en retroceso. Y con cualquier acto de oposición firme convertido en “terrorismo”, con la consiguiente aplicación de las penas más graves.
Sabemos que no se puede confiar en el poder judicial, más allá de algunos jueces decentes. Ni en políticos del sistema, que siempre hipotecan sus empeños a cambio de negociaciones ventajeras. Menos aún, como ya escribimos, en algún cambio en las ideas y las prácticas en curso del gobierno.
Como en otros campos, la lucha contra la arbitrariedad y la persecución tendrá en el espacio público su terreno principal. Claro que se necesitará a los abogados inclaudicables en su militancia y a los organismos de derechos humanos firmes en sus denuncias. También a los legisladores que alcen voces insobornables contra la brutalidad gubernamental.
Por encima de todo, se requiere ocupar las calles. Y enfrentarse a protocolos e instrucciones represivas. Argentina no es El Salvador, podrán expresarlo los carteles y los gritos con toda la voz. “Libertad a los presos por luchar” es la consigna para el momento, siempre que haya un solo arrestado en comisarías o cárceles.
Las libertades públicas y las conquistas en derechos humanos son innegociables. Su defensa será un combate en el que se necesita nada menos que la victoria, sin ninguna cortapisa ni salvedad.
La coronación de una resistencia exitosa dependerá del espíritu de contraofensiva que empiece a desplegarse. Esa disposición puede interceptar a la agenda del poder. Frente a ella se alzará la agenda del pueblo trabajador, alentada por la demanda de una sociedad muy distinta a la que nos depara este presente invivible.
Daniel Campione en Facebook.
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Fuente: https://tramas.ar/2024/06/17/libertad-es-la-consigna/
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