Desde la Corriente Política de Izquierda adherimos y saludamos a nuestros compañeros de Desde el Pie, en La Pampa.
Mientras los crímenes de la dictadura siguen saliendo a la luz, el presidente Milei clama: «zurdos hijos de putas, los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta”. Sorprendente que lo diga, pero más que cuente con la impunidad social para expresarlo.
No existe fatalidad de la historia, quisieron que lo creyéramos cuando se decretó el fin de la misma con la caída del Muro de Berlín y el socialismo “real”. Nos quisieron convencer que las ideas habían terminado, el pensamiento único, neoliberal y capitalista, era lo único a que resignarse. Para desgracia de Francis Fukuyama, la rueda de la historia avanza y gira sin detenerse. El tiempo demostró que la lucha ideológica es inevitable y las declaraciones violentas del presidente lo demuestran.
Todo cambia y lo que no cambia hoy cambiara mañana, porque no hay correlación de fuerza imposible para los pueblos. La disputa es permanente, entre mercantilización de la vida y un sistema que ponga en el centro el cuidado de la vida y la dignidad del ser humano, entre patriarcado y feminismo, entre los que generan la riqueza y quienes se apropian de ella especulando y explotando, entre quienes se sienten parte de la naturaleza y quienes la exprimen como una mercancía más.
¿No será acaso la experiencia política de las últimas décadas, de generaciones desmovilizadas, naturalizando los derechos, atravesados por mensajes mediatizados por la tecnología pero sin la vivencia de la calle, la que nos trajo a este presente que nos cuesta entender? ¿No está ahí un poco la respuesta a la falta de reacción esperada de los sectores populares ante tanto atropello del gobierno nacional?
La derecha política y cultural junto a los sectores más conservadores tienen muy en claro la disputa y construcción de poder que le garantice sus intereses. El gobierno nacional está dispuesto a implementar lo necesario para arrasar con los derechos conquistados por generaciones enteras y desandar la memoria histórica de un pueblo. Saben que lo electoral es la trinchera que les facilita contar con los resortes necesarios, pero tienen muy claro, y esta vez lo vienen anunciando, que la batalla cultural es la madre de las batallas.
A un año del actual gobierno, hay que dejar atrás la desesperanza y asombro que impregna las organizaciones populares. Se requiere salir del aturdimiento para pensar y conformar un bloque histórico alternativo que se anime a construir un programa transformador, otras prácticas políticas de la mano de la educación popular parida de la praxis social y política, de la participación comunitaria. El gobierno y su estrategia, no debería ser entendida como una foto estática, y urge derrotarlo en el campo electoral. De todas las tareas necesarias que tenemos por delante, probablemente sea la más sencilla.
Sin embargo, el desafío es derrotar en toda la línea su proyecto político, económico, social y cultural. Para ello se necesita un proyecto político que no se circunscriba a lo “posible”. Que discuta al capitalismo y al patriarcado, que rechace el extractivismo y que asuma la participación colectiva consiente como condición indispensable.
Decimos entonces, que el gobierno “libertario” más temprano que tarde finalizara, porque entre otras cosas no está entre sus prioridades el bienestar de las infancias, el cuidado de los jubilados, el derecho de las trabajadoras, ni el cuidado de la naturaleza.
Sin embargo, hay que aprender de la derecha cuando entiende que la disputa electoral es importante en tanto le permite ejecutar un plan económico, y dar la batalla de ideas que le garantiza hegemonizar el sentido común de la sociedad. Suena entonces a poco aspirar electoralmente a cambiar de gobierno, ya lo vivimos cuando se trató de Macri. Si no nos animamos a parir algo diferente a lo que nos trajo hasta acá, aunque se ganen las próximas elecciones, estaríamos “cambiando algo para que nada cambie”.
Si se sigue pensando la política como un desafío de candidatos y acuerdos entre estructuras, muy probablemente en esta coyuntura de cuestionamiento a la participación política y la democracia representativa, la salida sea hacia un mayor vacío y conservadurismo. Si se continúa por el camino de roscas y lapiceras, seguramente el descontento popular ante las políticas de Milei se canalice más hacia la derecha. Si creemos que un “Estado presente” se limita a asistir eternamente las inequidades que generan quienes gobiernan, en lugar de proponerse terminar con ellas, el descreimiento en el “populismo” será cada vez mayor. ¿Cuál es el rol de la cultura de izquierda, ser el furgón de cola de partidos mayoritarios, conmemorar revoluciones pasadas, creerse autosuficiente y aspirar solamente a ocupar bancas?. Si el pensamiento crítico es postergado por el posibilismo y el oportunismo, la lucha de ideas está perdida.
Unirse para derrotar en elecciones un enemigo común, es el primer paso a dar. Como quedó demostrado hace un año, si la unidad no está respaldada por pueblo discutiendo y movilizado en cada lugar donde transcurre la vida, simplemente se le está pidiendo prestado al poder concentrado el gobierno por un periodo. Hace tiempo que en gran parte de las organizaciones sociales y políticas se viene confundiendo reforma con reformismo y posible con posibilismo. Desandar urgentemente esto último es un buen camino por donde comenzar a revertir la derrota en la que estamos sumergidos como campo popular y cuya salida no es únicamente electoral.
La Pampa, 23 de enero de 2025
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