Manuel Gutiérrez es dirigente del movimiento de jubilades y de la Corriente Política de Izquierda, CPI.
A ocho meses de la llegada de Milei al gobierno, se hace evidente el inicio de una nueva etapa política, que también da cuenta de la configuración de nuevas lecturas, sociopolíticas, que surgen de los padecimientos populares.
El golpe del ’76 implicó la derrota de un proceso revolucionario, encabezado por las demandas del movimiento obrero y popular; que levantaba las banderas del socialismo como el futuro a construir.
La dimensión de esta derrota implicó un retroceso, que no se pudo superar en estos cuarenta años de Democracia.
Es cierto que existieron luchas del movimiento popular en estos años, con logros sociales muy importantes. Después de la dictadura, especialmente luego de la crisis del 2001, las fábricas recuperadas por los propios trabajadores, las organizaciones territoriales y sociales construyeron respuestas para las demandas alimentarias, habitacionales, educativas, de ingresos, las que no eran atendidas por el Estado. El movimiento de mujeres, representó un golpe durísimo a la mentalidad patriarcal-capitalista, y cambios en desarrollo no exentos de retrocesos, con potencialidades de profundización en un camino que exigirá el mayor de los esfuerzos. Lo mismo puede decirse respecto de las luchas en defensa del medio ambiente y en contra del modelo productivo y de desarrollo que potenció la extracción y venta de los bienes comunes en condiciones de dependencia y subordinación a las grandes transnacionales.
A pesar de estos logros del movimiento popular, no se pudo constituir una representación política que consolidara estos avances. Una fuerza que rompiese los límites de una “democracia restringida”, subordinada al FMI, a los monopolios y al Imperialismo. En “democracia”, millones de argentinos fueron expulsados, marginados, excluidos del trabajo, sin pan, sin techo, sin educación, sin salud, entre cuantiosos derechos conculcados.
La derrota del ’76 marcó el sendero de los comportamientos políticos posteriores, sobre la base de descalificar toda propuesta que partiese de la Idea de “revolución”, allanando el camino del “posibilismo”: la claudicación del progresismo, la licuación del contenido clasista del “peronismo”. La izquierda es parte de esta crisis de representación. No pudo aportar al “frente único de los trabajadores”, que superase la fragmentación política organizativa de los mismos. Una izquierda que enfrenta al reformismo de manera dogmática, desconociendo la hegemonía peronista en los sectores populares, lo que le impide entablar un diálogo con millones de expulsados que anidan en esa tradición política popular. Un dialogo que en la práctica permitiese dejar expuestos los limites reformistas de las burocracias sindicales y políticas.
Un dato relevante de la realidad son los límites políticos de los diferentes gobiernos desde 1983, cuyo resultado nos devuelve el creciente empobrecimiento de los sectores populares, facilitando la influencia de los monopolios mediáticos en la construcción de una subjetividad de derecha, reaccionaria, sustentando el individualismo del sálvese quien pueda.
En este contexto se produce la “sorpresa” del triunfo de Milei. Tanto el triunfo electoral de Milei por el 56% de los votos, como las medidas tomadas por el gobierno y las respuestas populares, abren una nueva etapa política social en nuestro país.
Milei, cuyo objetivo es volver al régimen oligárquico de fines del siglo XIX, aplastando los intereses, organizaciones y derechos de los trabajadores, logra instalar un cambio en los valores de la legitimación política forjada por las luchas populares a lo largo de nuestra historia. La justicia social pasa a ser un concepto denigrante, los verdaderos generadores de las riquezas son los grandes empresarios, los trabajadores dejan de poseer entidad histórica y política para pasar, reforma laboral mediante, a ser simples tributarios del poder de los monopolios. El altar de la “patria” pasa a ser el dios “mercado”, con la obscenidad de 1.500.000 niños con hambre, 55% de pobres y más de 20% de indigencia.
Después de ocho meses Milei, mantiene altos índices de aprobación, entre los cuales se encuentran vastos sectores populares. Se vive un clima sociopolítico inestable, pero que no nos impide registrar el retroceso del campo popular en términos estratégicos. Reconocer la debilidad política de la izquierda y el campo popular, de la desorientación existente para intervenir en el nuevo ciclo histórico que se abre, constituye un primer paso indispensable para construir fortaleza suficiente para resistir y pasar a la ofensiva contra el capitalismo de época. En esto estamos en la construcción de una Corriente Política de Izquierda, CPI, que empuja una política de unidad que articule diversas construcciones, desde la izquierda al peronismo, para consolidar una propuesta capaz de entusiasmar en nuestro tiempo la lucha por una sociedad en contra del capitalismo y que recupere el horizonte por el socialismo.
Buenos Aires, 20 de agosto de 2024
Deja una respuesta