La ofensiva del Gobierno PRO sobre las condiciones de vida de los trabajadores se profundizó a lo largo del último año: caída del poder adquisitivo de los trabajadores por vía de la devaluación y el proceso inflacionario, despidos y suspensiones, precarización de las condiciones de trabajo (modificación de la Ley de ART ). Estas medidas develan el proyecto político-económico del macrismo que no es otro que el de subordinar los intereses y los derechos de los trabajadores a favor de las necesidades de los grandes grupos económicos.
La ofensiva de la derecha en su versión macrista no solo se fija objetivos estratégicos funcionales a la reproducción del capital que acentúa la explotación del conjunto del campo popular; intenta también acompañar este proceso desplegando una estrategia que tiende a consolidar una dominación en el terreno de las ideas, de la conciencia. Exaltando el individualismo, la competencia y la despolitización al tiempo que estigmatiza todo proyecto o acción colectiva que reclame soluciones para el conjunto social: “los paros no son solución” “no son cuestiones políticas son problemas de gestión” “hay que premiar los esfuerzos personales”…..
Como parte del despliegue de esta tarea ha emprendido una campaña que intenta manipular la memoria histórica poniendo en tela de juicio la significación histórica del Terrorismo de Estado desplegado por las fuerzas armadas entre 1976 y 1983. Con los medios de comunicación oficialistas y el relato del propio Ministro de Justicia se busca reeditar la teoría de los dos demonios para ocultar el proceso histórico que puso en evidencia la verdadera brecha histórica de la sociedad argentina. Brecha constituida por la confrontación permanente entre el capital y el trabajo, cuya tensión en aquel 76 llegó a tal grado que le exigió al conjunto de las fuerzas armadas, los partidos políticos del sistema las empresas monopólicas y al imperialismo descargar un genocidio sobre el campo popular: el secuestro, la tortura, el asesinato y la desaparición de los 30.000 compañeros.
La lucha por la memoria histórica, la lucha por la verdad y la justicia en el sentido político no se limita a la apropiación de procesos históricos de pasados concluidos. Fundamentalmente se vincula a las disputas políticas protagonizadas en el presente en el intento de construir un futuro socialmente justo. La lucha sindical, económica y política cotidiana se instala en un sentido de trascendencia histórico que la potencian o en caso contrario la limitan.
La mentira, herramienta discursiva habitual de “Cambiemos” a 41 años del genocidio es utilizada para cuestionar la veracidad de los hechos cuestionando el número de víctimas, negando el carácter sistemático del exterminio ejecutado por las juntas y limitando el acontecimiento al enfrentamiento entre militares que cayeron en excesos de procedimiento y grupos armados aislados. Lo fundamental es licuar el hecho de todo proceso histórico previo y de todo protagonismo popular. De esta forma se sepulta toda posibilidad de vincular las continuidades y vigencia de las contradicciones que desataron la tragedia. La matriz estructural del capitalismo de nuestros días se instaló en aquel no tan lejano.
El legado del Terrorismo de Estado, en tiempos donde sus apologistas han retornado al gobierno haciendo gala de su predisposición a la represión, se transforma en punto de partida de toda reflexión del campo popular que nos permita construir una alternativa política a favor de los intereses de los trabajadores.
Corriente Política de Izquierda
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